A un esbirro

Rostros deben andar por su café, por sus calles de llantos, por el
humo de su cigarrillo.
Han de buscarlo voces, perseguirlo por las frías carreteras.
¡Cuántas puertas rompió vestido de hombre!
¿Cómo halló tanta tiniebla para vencer la zumbante nube de ojos
fijos?
Un paisaje insomne que hable para él.

Rafael Cadenas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *