Poesía venezolana contra la opresión es una muestra de poemas que surge de una invitación de Provea para incorporar la literatura a las distintas formas de activismo por los derechos humanos que esa organización lleva adelante desde hace 30 años. El libro tiene su antecedente en el movimiento Poesía Resistencia que, a finales de mayo de 2017, impulsamos un grupo de amigos
y devotos de la palabra conformado por Natalia Mingotti, Teresa Mulet, Diajanida Hernández, Samuel González-Seijas, Álvaro Mata, Rafael Castillo Zapata y Ricardo Ramírez Requena.
Por aquellos días vivíamos la mayor e intensa protesta ciudadana registrada hasta ese momento en Venezuela. En medio de esa rebelión civil, surgieron distintas propuestas de protesta no violenta y ese grupo de amigos nos propusimos usar la poesía como otra herramienta de lucha y expresión. Así surgió Poesía Resistencia. El espíritu del manifiesto que redactamos en mayo de 2017 y del movimiento mismo está presente en esta recopilación de textos poéticos, decíamos en esas líneas: “Solidaridad y entusiasmo es lo que Venezuela necesita en estos momentos de penuria, de pérdida de los valores elementales de la vida ciudadana, de escamoteo y violación de la propia palabra en todas sus formas; momento de manipulación de conciencias, de
persecución, de instigación al odio social, de banalización de las expresiones del espíritu en todos los ámbitos de la cultura, de deliberado sojuzgamiento, de flagrante exterminio de la memoria psíquica ganada en años de convivencia civil y construcción compartida”.
Así, este trabajo, más que una antología, es un cuerpo de textos que quiere ser un artefacto. Cuando hablamos de artefacto hablamos de un aparato de palabras, hecho para darle voz a los ciudadanos que padecen la opresión en sus distintas formas. Lamentablemente, la historia de nuestro país está llena de estas experiencias. No es nuevo. No es algo reciente. Tiene historia.
Decimos artefacto porque la poesía puede ser una carga explosiva de ideas que nombran, muestran y cuestionan la realidad y mueven a la reflexión. Pensamos en la palabr|a artefacto porque esta muestra también fue ideada tomando en cuenta sus usos dentro de la protesta no violenta: estos poemas dicen de distintas formas, completos o por fragmentos, solos o dialogando con otros. Los imaginamos en un esténcil, en un volante, en un afiche regados por la calles o por las redes, en las voces de personajes distintos.
Para armar este cuerpo de textos, hemos hecho un recorrido por la tradición poética venezolana desde 1920 hasta nuestros días. No están todos los poemas que encontramos, luego de meses de investigación y consulta; muchos no fueron sumados. La razón es sencilla: hacer de esta antología un corpus manejable, propenso al fragmento, digno de memorizar y de acompañar toda indignación ante los embates del poder. Más que una antología poética de orden y fines académicos, la hemos pensado esencialmente con fines políticos.
Hemos recorrido el gomecismo, el posgomecismo, el perezjimenismo, la democracia y el chavismo. Nos hemos concentrado en este último período, pero colocando en contexto una historia de luchas y protestas a través de todo un siglo. Porque la poesía venezolana ha sido también testigo de los avatares del ciudadano por hacerse un lugar de libertad y dignidad en este país.
Y aquí nos permitimos detenernos en algo. A veces se pregunta dónde están los intelectuales venezolanos, dónde están las voces de sus creadores: han estado y están aquí con nosotros, entre nosotros, diciendo de lo que vivimos a diario. La idea de intelectual y su misión en la sociedad tienen distintas connotaciones y tratamientos según el contexto en el que se encuentre, cada sociedad las consideran y evalúan de distintas formas; en nuestro caso, esa relación ha sido conflictiva, por períodos sombría y, como señaló uno de nuestros más agudos pensadores, Mariano Picón-Salas, Venezuela marchitó grandes inteligencias. Para Picón-Salas en el país el mismo poder estropeó la misión social del intelectual. Aunque no es el tema esencial del trabajo que estamos presentando, nos interesa destacar que nuestros pensadores están y es necesario escucharlos y darles lugar.
Queremos agradecer, de manera especial, a la Fundación La Poeteca, en cuya sala de lectura pudimos explorar y recorrer múltiples ediciones viejas y recientes, agotadas y circulantes, con la grata compañía del silencio. Gracias a esta sala de lectura, a esta biblioteca, pudimos en mucho concretar este proyecto, el apoyo de la Fundación fue decisivo. De igual manera, agradecemos a la Universidad Central de Venezuela y sus bibliotecas por permitirnos recorrer un camino importante que nos llevó hasta acá. Por último, a Provea, que en su tradición de defender los derechos humanos ha considerado trabajar desde la música y la literatura temáticas amplias dentro de su campo de trabajo. A ellos gracias por acercarse a nosotros y proponernos acometer este trabajo.
Nosotros somos hijos de la Venezuela posterior al viernes negro de 1983: siempre hemos entendido que vivimos en país en crisis. No hemos conocido momentos de estabilidad. Ha sido un camino de caída libre hacia un fondo que, sentimos, aún no tocamos. En nuestro recorrido vital, hemos visto el despliegue de la violencia que nos condujo al autoritarismo y, ahora, a la dictadura. Nuestra formación en Letras nos llevó a mirar hacia atrás, a décadas y décadas pasadas, para rastrear los antecedentes y repeticiones de este presente oscuro en el que nos encontramos. Con esta selección, hemos querido dejar testimonio, mostrar distintas voces que han acompañado a los venezolanos desde hace mucho tiempo. Porque la poesía también está para mostrar lo que vivimos y padecemos. Dar las palabras para nombrar y decir aquello que nos abruma o aqueja. Eso del día a día; eso que cambia vidas y nos llena de cargas. Esa opresión del poder en sus variadas formas que nos limita la vida.
Detrás de cada uno de estos poemas hay un grito de libertad que, cuando terminamos de leerlos, resuena.
A nosotros nos resonó, con fuerza. Y nos dio ánimo y coraje.
Esperamos que a ustedes, lectores, también.
Caracas, marzo de 2019.
Diajanida Hernández / Ricardo Ramírez Requena