Hija mía: yo quiero que seas soldado
y que lleves al hombro un fusil
y en tus ojos un odio sagrado.
Para que las guerras se acaben mañana
y los campos se cubran de brazos
y se llenen de voces alegres las fábricas,
hija mía: yo quiero que seas soldado.
Que la sangre tuya bañe las banderas
de muchos colores que ondulan al mundo
si por nuestra causa se hace necesario.
Que la paz, imposible entre tanto
que hayan patrias y existan fronteras,
no te encuentre nunca, soñando inactiva
y sin un buen fusil a la espalda.
Porque el día en que todos nosotros
tengamos un arma y un deseo de vida distinta,
será toda la tierra una sola patria.
Para que haya la paz, es preciso hija mía,
que los pobres del mundo tomemos las armas.
Y por esto, yo quiero que seas soldado.