Como en el foro romano en estas reuniones
hay bostezos y diálogos con el vecino,
largas intervenciones sobre nudos domésticos.
Como en cualquier ejercicio de la democracia
en estas reuniones se requiere de paciencia:
pormenorizadas historias
sobre la conducta impropia del conserje,
alegatos a favor de un techo para los automóviles,
imposición de horarias al pianista del 4-A,
urgencias de rejas y alarmas en la planta baja,
indicaciones sobre la colocación de la basura
y otras razones de Estado que llevan
varias horas de voces y votos para sancionarse.
Como en cualquier congreso, en estas reuniones
las señoras cuidan de sus uñas y buscan
junto a sus maridos al culpable:
es sabido que las comunidades
viven de sus víctimas.